Altas y sagradas fiestas

Facundo Milman
2 min readSep 18, 2020

--

“Un judío es alguien que sigue preguntándose qué significa ser judío”.

Gershom Scholem.

¿Es “lo judío” la particularidad de la Argentina en América latina?

Josefina Ludmer.

I.

Estamos ingresando a un nuevo momento: un nuevo año. Vamos desde el cero al uno. Este es el comienzo. De la nada del 5780 al Uno del 5781. No será acaso un detalle, sino por el contrario es el fundamento. El momento de pensar, el momento de reflexionar y el momento de ver qué decisiones tomamos: qué lamentaciones tenemos, qué sabores dulces nos recorren y qué tristezas nos aferran. Momento de parar y dedicarnos con el corazón o, mejor aún, dedicarnos con ruaj. El momento que el alma medite entre neshamá y ruaj: un intersticio; entre el pensar y el sentir; entre la creación y la redención. ¿Cómo cicatrizar un año de idas y venidas?

II.

La redención viene de nosotros mismos: enfrentándonos, revisando y corroborando. Las altas fiestas y, sobre todo, Iamim Noraim son los días del Juicio. Días de enfrentamiento. ¿Qué preguntas nos estamos haciendo en nuestra práctica judía? ¿Qué nos hace judío? ¿Qué es lo judío? Los sentidos, en este caso, no se puede cristalizar porque las formas de los judaísmos toman las fuerzas anárquicas del destino.

III.

Primera deuda saldada. ¿Qué sigue? ¿Cómo podemos aumentar? ¿Qué nos hace seguir aferrándonos a esta especificidad judía? ¿Por qué no nos desentendemos de la situación de los judíos y de los judaísmos? Una posible respuesta: la tradición. La tradición no se continúa, no se vuelve, pero sí se recupera. La recuperación de nuestra tradición es, en gran medida, la historia del desarrollo de, para decirlo con Raymond Williams, una estructura de sentimiento. Si en Kafka se recupera esa tradición, si en Benjamin se recupera esa tradición, ¿por qué en nosotros no? ¿Por qué no podríamos recuperar aquellos lazos perdidos en la trágica historia del pueblo judío o, mayor aún, de nuestras familias? ¿Cómo no vamos a recuperar lo que nos fue vedado? ¿Cómo no vamos a volver a ese pasado para reconstruirlo y aprehenderlo para sostenerlo y erigirlo?

IV.

Volver al judaísmo, hacer teshuvá, para ver esas huellas sobre el mundo y poder reencontrarnos primero con nosotros mismos y luego el otro: para mirar al rostro al otro, es decir, para ver la divinidad en la mundanidad. No podemos verle la cara a D’s, pero nos podemos ver a nosotros mismos: re-conociendo al otro íntegramente, esto es, dándole la dignidad que se merece.

V.

Llenar el mundo de integridad, de reparación (de tikun) y de dignidad: nuestra tarea desde los judaísmos no es otra que esa. Poder convivir con los fantasmas, los ángeles y la magia es la tarea de lo judío en este presente-inmediato: llenar el mundo de magia es encontrar(nos) no sólo con nosotros, sino, en lo fundamental, salir a mirarnos a los ojos con el otro: con nuestras diferencias.

Shaná Tová Utetuká 5781. A gut yor.

--

--

Facundo Milman

Actúa de tal manera que los ángeles tengan algo que hacer. (Walter Benjamin).