Psicoanálisis, una escritura bíblica

Facundo Milman
3 min readDec 14, 2021

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El psicoanálisis es la historia de la escritura, es el historial a la escritura. Jakob Freud, el padre de Shlomo Sigmund Freud, le regala o, mejor aún, le dona una Biblia Philippsohn con una dedicatoria y aquí la transcribo:

Mi querido hijo:

Fue después de cumplir tus seis años de edad que el espíritu de Dios comenzó a inclinarte al estudio. Yo diría que el espíritu de Dios te habló así: “Lee mi Libro: en él, verás abrirte para ti fuentes de conocimiento y de inteligencia. Es el Libro de los Libros: es el pozo que han labrado los hombres sabios y de donde aquellos que han establecido las leyes han to­mado el agua de sus conocimientos.

Has tenido en el Libro la visión del Todopoderoso, con buena voluntad has escu­chado, has obrado y has tratado de volar alto sobre las alas del Espíritu Santo. Desde en­tonces he conservado la misma Biblia. Ahora, en el día que cumples treinta y cinco años lo he sacado de su escondite para enviártelo en señal de cariño de tu anciano padre.

Si bien me interesa la inscripción de Jacob Freud, más me interesa otra cosa que, por lo general, se saltea: la Biblia Philippsohn. Ella es una traducción del Tanaj, los veinticuatro libros sagrados dentro de la tradición interpretativa judía, pero la podemos situar en un intersticio: entre la traducción primera de Moses Mendelssohn y la traducción de Franz Rosenzweig y Martin Buber.

La historia del psicoanálisis se compone a través de entres: entre las traducciones -de la Biblia-, entre los fenómenos judíos -la asimilación y la emancipación judía- y, sobre todo, entre la Ilustración judía (la Haskalá) y la recuperación (y transmisión) de la Tradición del viejo shtetl galitziano. Leer estos intersticios de la historia del psicoanálisis nos permiten reponer su contexto, su situación histórica y sus condiciones de producción. Porque, al fin y al cabo, es un lugar poco visitado. Si bien Jacques Derrida había escrito sobre la Biblia Philippsohn, nunca se la ubicó como una traducción entre las otras dos grandes empresas. Estoy hablando, precisamente, de ubicarla entre la Haskalá y la resurrección del judaísmo en el siglo XX con el gran filósofo judío: Franz Rosenzweig y su continuador, Martin Buber.

El complejo de Edipo es deudor de esta Biblia porque su emergencia (a)parece con la llegada de los problemas psicológicos de la burguesía judía, con la asimilación de los judíos en la Viena de principios del siglo XX -donde encuentra su apogeo- y la emancipación de volverse un ciudadano de la sociedad “laica”. Freud halla la imposibilidad: la de ser judío en lo privado y ser “laico” en lo público. La formulación de Peter Gay vuelve a recobrar sentido: un judío sin Dios. Porque allí es Freud quien teoriza sobre el Edipo, quien escucha a la histérica y quien, nuevamente, es capaz de cargar con su errancia: el ser judío. Solo pensemos en Moses Mendellsohn en su Jerusalem o acerca de poder religioso y judaísmo (1783) donde escribe: “Adaptaos a las costumbres y a la constitución del país, a que os hayáis trasladado, pero manteneos también con perseverancia en la religión de vuestros padres. ¡Soportad las dos cargas tan bien como podáis!” o en las palabras del Fausto (1790) de Goethe que Freud cita: “Lo que has heredado de tus padres adquiérelo para poseerlo”. ¿Cómo cargar con la Tradición de los padres? ¿Cómo responder a la herencia de los padres? Y, en el final, ¿cómo y qué dejar al vestigio del pasado? La responsabilidad. Porque ella sería el otro nombre del Judío. ¡Responsable memoria!

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Facundo Milman

Actúa de tal manera que los ángeles tengan algo que hacer. (Walter Benjamin).